Seguramente habrás escuchado sobre el aceite de coco como un producto saludable y totalmente natural con una gran cantidad de usos, desde una alternativa a la mantequilla en platos veganos hasta un humectante orgánico para la piel y el cabello. Sin embargo, una sugerencia que está circulando en los últimos años es usar este aceite como lubricante íntimo.
Por ello, si estás pensando en cambiar tu gel tradicional por el aceite de coco, esto es lo que deberías de saber primero.
Descubre los beneficios y los riesgos.
El aceite de coco en su forma más pura es un excelente humectante para la zona externa de tus genitales.
En cuanto a usarlo dentro, no se han realizado estudios sobre la seguridad o la eficacia. Pero lo que, si se ha evidenciado, es que puedes aplicarlo tranquilamente en tu piel. Es una alternativa totalmente natural y posee capacidades humectantes y propiedades antimicrobianas, antifúngicas y antioxidantes. Además, el aceite tiene una buena cantidad de deslizamiento para las relaciones íntimas y se puede aplicar fácilmente para darle masajes a tu pareja.
No obstante, existen algunos riesgos potenciales que debes tener en cuenta antes de comenzar a untarte con aceite de coco:
1. Está atento a una reacción alérgica.
Aunque las alergias a los aceites naturales son raras, te sugerimos hacer una prueba antes, frotando un poco en tu brazo y observando el área durante algunos minutos para asegurarte de que no tengas ninguna reacción adversa.
2. El aceite de coco degrada el látex.
Nunca debes usarlo sobre los preservativos de látex. El aceite y los productos a base de petróleo pueden debilitarlo, lo que hará que sea más propenso a romperse y menos efectivo para prevenir el embarazo o protegerte de algunas enfermedades e infecciones.
3. Podrías alterar tu pH íntimo.
Mantener una zona genital saludable es importante y eso significa no alterar tu pH. Desafortunadamente, todo tipo de cosas pueden perturbar tu microbiota vaginal. Y esa lista podría incluir el aceite de coco (al menos, para algunas personas).
Este tiene un pH alcalino, mientras que tu centro del placer tiene un pH ácido. En algunas personas, esta diferencia puede desestabilizar sus niveles. Lo que provoca un mayor riesgo de vaginosis bacteriana e infecciones por hongos.
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